Prevenir o castigar, ¿qué es más eficaz?

Vuelvo la mirada esta semana sobre el anuncio que la DGT hace de que los conductores que se queden dormidos al volante pueden incurrir en un delito de cárcel.

La cuestión, tal cual es, resulta útil para advertir a los amantes de conducir cansados que lo mejor es parar en algún área de servicio para echar una cabezada que no nos dure toda la eternidad. Pero dada la proliferación de mecanismos que detectan cuando un conductor comienza a dormirse mientras conduce, vería más efectiva la obligatoriedad de incorporar alguno de estos dispositivos a todos los coches antes que las penas de cárcel.

Porque, hablando de monedas, un Anti Sleep Pilot que detecta los cambios de aceleraciones, giros y velocidad en el vehículo, cuesta algo más de 200 euros frente a los miles de euros que cuesta el mantenimiento de un preso. Por no hablar de que, ante el castigo por algo que ya no se puede remediar, resulta mucho más efectiva la previsión, que seguro que reduce en mayor número las muertes por esta causa en la carretera.

Dispositivos de este tipo, como asientos que analizan los cambios en pulso y respiración, o aquellos como Eyetracker que detectan cuando el ojo se cierra, son aplicaciones cuyo estudio y mejora debería financiarse con parte de lo recaudado por las multas a los conductores. Y, una vez mejorados, ser aplicados en todos los vehículos de manera obligatoria como pasa con las luces traseras, por ejemplo. Porque al fin y al cabo, lo importante es salvar vidas, ¿o no es ese el fin?

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