Taquicardias informativas
Todavía no he llegado a los treinta. Tampoco tengo hipoteca, ni hijos, ni perrito que me ladre. Pero sí tengo taquicardias. Agudas y punzantes taquicardias que, curiosamente, se suceden a diario al llegar las 3 de la tarde o las 9 de la noche cuando me siento frente al televisor. Eso, cuando no me da por enterarme de las noticias una media hora antes en alguno de los informativos objetivos que priman en este país. Pero así, de normal, a las 3 o a las 9… cuando ya voy un poco sobre aviso gracias a Twitter y los titulares de las cadenas más tempraneras de lo que va a acontecer en los siguientes quince minutos (que es lo que viene durando la información de los informativos antes de que comiencen los deportes, los anuncios y el tiempo). Así, con la información algo digerida, me enfrento a los grandes comunicadores de este país los cuales, por defecto profesional, voy alternando en la pantalla conforme avanzan las noticias. O, más bien, mientras la desinformación se sucede.
Porque, ¿realmente recibimos una información útil en los principales telediarios de España?
Dejando a un lado las agencias de comunicación, los comunicados oficiales del Gobierno, las notas de prensa de las grandes corporaciones y algún que otro juicio o excarcelación a la vista, la información que recibimos de los informativos resulta nula. Y no por falta de información, sino más bien por dejadez. No por parte de los profesionales que, cada día, sortean un nuevo informativo con mayor o menor gloria. No. La culpa no la tienen quienes empuñan las armas, sino quienes ordenan por teléfono (o por wathssap) dónde han de parar las balas. Y así, en todos los frentes, con lo que el periodismo (televisivo en este caso), no iba a ser menos.
Y a mí, particularmente, me dan taquicardias. Cuando ante la obviedad de que los políticos se están riendo abiertamente de la población algo falla, los periodistas, en funciones “vigilantes” por y para el pueblo, simplemente transmiten la información sin analizarla. O cuando dedican tiempo informativo a descubrir al público de clase media/baja alguno de los lujosos resorts o restaurantes que, seguramente, no podrán pisar en su vida. O cuando la noticia se centra en los rifirrafes que PP y PSOE han tenido esa mañana. O esa tarde. Todo eso a la parrilla, como la carne cruda, para no dejar hueco a otros temas más “deprimentes” o “poco alentadores”. No vaya a ser que las taquicardias acaben en algún ataque. Que si no, ¿quién se iba a apretar los cinturones para salir de la crisis?
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