El cóctel, la evolución de un trago

Con un hueco propio en la cultura, el cóctel supone uno de los tragos más versátiles 
gracias a la adaptación de su receta a los distintos momentos del día

Al determinar el origen del cóctel se cae inevitablemente en un baile de años tan variado como los propios ingredientes que lo componen. Las leyendas se alternan con la lógica para explicar cómo varias bebidas se funden en una sola y dan lugar a un sin fin de festivales de sabores. Un hermoso recorrido que nos lleva tanto a desembarcar en puertos mexicanos como a adornar de sabores más apetitosos los tragos que escapaban a la ley seca en la Norteamérica de los años 20. 

Realidad o invención, cada una de las leyendas que reclaman el origen del cóctel quedan impregnadas de algún rasgo característico de esta bebida desde siempre conocida e innovada. Una adaptación a los tiempos que, si bien ha supuesto la coronación de combinaciones actuales, también ha sabido mantenerse fiel a los principales rasgos y el eterno halo de distinción del que siempre han hecho gala tanto cócteles como combinados.

Ingredientes y preparación de un cóctel
Lo cierto es que a la hora de realizar un cóctel, a la combinación de ingredientes solo le pone límites la imaginación del barman y el paladar del cliente. Eso sí, siempre respetando la base de su mezcla entre zumos, refrescos, bebidas carbonatadas, agua y alcohol, éste último a libre elección del consumidor. Una composición a la que llegar mediante diversas técnicas adquiridas con el paso de los años.

A día de hoy podemos distinguir varias formas de preparación del cóctel en función del instrumento empleado para ello. O de la ausencia del mismo, como son los casos removido o directo en la preparación del trago, vertiendo en este último directamente el contenido en la copa. Una modalidad en la que también se puede flambear el combinado, como el mítico Blue Blazer.

El uso de la coctelera y la licuadora, por su parte, dan paso a un amplio abanico de técnicas a la hora de preparar cócteles. Tal es el caso de las modalidades refrescado o batido, ambas con coctelera, el utensilio rey en este arte de la gastronomía. Mítica e inevitablemente asociada a los cócteles, esta herramienta propia de cualquier barman reputado, ocupa su lugar junto a la licuadora. Sin duda, uno de los grandes avances en la coctelería gracias a la característica consistencia que se consigue al mezclar bebidas, hielo, frutas y otros ingredientes. Una experiencia que se puede disfrutar a manos de un Daiquiri Frozzen o un Foschi, ideal para los que prefieren los tragos sin alcohol.

Versátil en consumo
Su capacidad de combinación hace del cóctel un trago especialmente indicado para cualquier momento del día. Algo que cobra especial relevancia si tenemos en cuenta algunas de las propiedades que puede aportar a nuestro organismo, dependiendo de los ingredientes que utilicemos en su preparación. Un rasgo que podemos utilizar en nuestro beneficio, por ejemplo, tomando un digestivo que facilite a nuestro organismo la absorción de los alimentos. Ayuda que viene de mano de ingredientes como crema de leche, jarabe de cereza, fresa o crema de helado.

A modo de aperitivo, con presencia de sabores cítricos, es otra de las modalidades más demandadas por los habituales de los combinados, al igual que los refrescantes, compuestos solo de zumo de frutas sin presencia de alcohol. Especialmente indicados para el verano, estos últimos pueden convertirse también en reconstituyentes si elegimos para su mezcla sabores como el del zumo de tomate, presente en el tradicional Cubanito. Y si simplemente apetece saborear un delicioso trago a media mañana o media tarde, qué mejor que un combinado con presencia de frutas como la Piña Colada o el Peach Rum mientras dejas pasar los minutos hasta llegar a la noche, momento cumbre para los combinados de gala más espectaculares como el Black Velvet, un original cóctel preparado con cerveza.

Hueco propio en la cultura
Quizás sea su combinación de colores, aromas y sabores lo que hace del cóctel toda una figura tras la barra de los más reputados salones. O tal vez sea el meticuloso proceso de elaboración y la danza final que dan paso al trago. Sea como fuere, en cualquiera de sus variantes y combinaciones, el cóctel ha sabido hacerse un hueco respetado en la carta de bebidas de cualquier establecimiento de calidad. Un puesto que debe también a su consagración como bebida de culto, gracias en parte a la creación de asociaciones en torno a su figura.

En este ámbito encontramos en España la Federación de Asociaciones de Bármanes Españoles, FABE, perteneciente a su vez a la Asociación Internacional de Bármanes (IBA), fundada en 1951 con siete países miembros y que en la actualidad ya cuenta con 56 integrantes en sus filas. Un número que, se espera, irá en aumento con la incorporación de nuevos países unidos por el objetivo de promover y mantener las relaciones entre los bármanes a nivel internacional. Una declaración de intenciones que se basan en la cualificación, la calidad y la integridad de sus miembros, en continuo movimiento por innovar en el mundo del cóctel logrando un estándar óptimo de competencia. Todo lo necesario para que el carismático mundo en torno al cóctel siga creciendo y adaptándose a las nuevas técnicas y tendencias que actualmente presenta el mercado de la hostelería.

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