El peligro de jugar a reyes y princesas


Llega a mí (que no yo a ella) la información de que, tan solo en Estados Unidos y a causa de los castillos hinchables, 30 niños "son atendidos todos los días en salas de emergencias por fracturas óseas, torceduras, cortes y golpes". Un auténtico ejército de lesionados soldados pigmeos que, tras la dura batalla en la fortaleza, abandonan maltrechos el campo de combate, o sea. Y añade la noticia que la sangre llega al río cuando los niños se caen, dentro o fuera del castillo, o chocan entre ellos al saltar en el aire. Sin duda, embravecidos ante el fragor de la batalla y motivados por encontrarse dentro de un castillo que, a pesar de más cómodo al aterrizaje forzoso que el suelo, presenta un alto riesgo según este valioso estudio nacional llevado a cabo en las Américas más avanzadas. Todo, porque se han puesto de moda en las fiestas de cumpleaños, tan "peligrosas" a la vista de los resultados que parecen promovidas por el mismísimo Herodes.

Y yo, no hago más que recordar las rodillas de Manuel. Rojas bermellón como los pimientos asados. Duras y ásperas, con una costra perenne enganchada cual garrapata. No se creaba, ni se destruía... solo se transformaba hacia una costra mayor conforme avanzaba el verano. Tanto que, al final, a quienes más nos dolía era a su hermana y a mí, que recibíamos los golpes de rabia que Manuel nos propinaba al echarle betadine a chorro. Sería entonces, más o menos, el verano del '96, cuando el milenio aún no había desbancado de las calles a los niños y jóvenes con sus juegos plagados de heridas. Cuando, a diario, Manuel llegaba herido y maltrecho sin castillo siquiera que defender. 

Y es que, supongo, de los pocos cientos de niños que éramos en el pueblo todos nos rompimos o torcimos algún hueso, nos cortamos y nos golpeamos entonces. Por meses, incluso a diario. Pero como nos pasaba en la calle, no había ningún castillo hinchable, sobre el que focalizar la culpa ni, por tanto, informes "reveladores" sin los que no podríamos dormir por las noches. Mejor así... sin que se examine con lupa el pilla-pilla, el escondite, el churro media manga mangotero o, incluso, el Castillo que, aún en ruinas, tenemos en Saldaña. No vaya a ser que declaren todo ello peligro nacional o, lo que es peor, empiecen a proliferar los niños-michelín anti vuelco en los parques y calles de las ciudades. Para evitar el rasguño.

Datos:
* 12.175 niños mueren al año por accidentes en Estados Unidos. Las principales causas, accidentes de tráfico, axfisia o ahogamiento. 

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